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Aquí siguen teniendo sus habitaciones

Aquí siguen teniendo sus habitaciones

Judith y Albert acogieron a Dunia y Teo cuando tenían 4 y 5 añitos. Estuvieron junt@s 4 años antes de que volvieran con su familia biológica, uno de los no tan frecuentes casos de retorno de un acogimiento permanente. Ahora son ya adolescentes.

Tengo muchas preguntas: ¿Cómo se transita ese duelo? ¿Mantienen aún algún tipo de vínculo? ¿Merece la pena haber dado este paso de acoger con todo el dolor que puede venir con la separación de personas que has querido como a tus hij@s?

“No te voy a engañar, el duelo ha sido difícil. Y no es fácil tampoco ver que el acompañamiento que reciben ahora no es el que nos gustaría.

Afortunadamente, seguimos teniendo contacto con ell@s, vamos a sus cumpleaños, a veces les ayudamos a hacer los deberes por teléfono, siguen viniendo a casa… Les gusta ver las fotos de cuando eran pequeñ@s”.

 Imagino que habrá casos de retorno que pueden ser muy diferentes. Aquí, por lo que Judith comparte, me da la impresión de que siguen siendo unos referentes para Dunia y Teo, ocupan un rol en sus vidas, aunque sea difícil encontrar un término en nuestro lenguaje que carece de palabras para esta realidad que se sale de lo habitual: ¿“padrinos”?  ¿“mentores”?  ¿”una segunda familia”? Más allá del término, lo importante que entiendo es que, en el caso de esta familia, el vínculo no ha desaparecido, sino que ha tomado otra forma.  Como un hilo invisible que de alguna manera les sigue uniendo.

“Intentamos acompañarlos ahora, aunque sea desde la distancia. Sabemos que ell@s cuentan con nosotr@s. Y siguen teniendo sus habitaciones aquí en casa para cuando quieran venir.”

Noto como me conmueve escuchar esto. Siguen teniendo un espacio en su casa… y en sus corazones. Eso no ha cambiado. ¿Cómo iba a hacerlo tras estos años compartidos de risas, abrazos, llantos, baños, termómetros, rabietas, besos de buenas noches?

“Con todo este proceso han venido muchos aprendizajes-me sigue compartiendo Judith-, hemos recibido mucho; por ejemplo, aprender a flexibilizarnos, a vivir sin planificar demasiado, aceptar la incertidumbre como compañera de viaje constante. También a recordar que las personitas a las que acompañamos, sean hij@s biológicas o no, no son de nuestra propiedad.

¿Algo que os haya ayudado?-pregunto.

“Sí, el recibir apoyo externo y el darnos soporte mutuamente como pareja, hemos pasado momentos complicados pero al final nuestro vínculo ha salido reforzado”.

“Sí que hemos visto que algunos aspectos del proceso de acogida podrían mejorarse-continúa-, por ejemplo, que el equipo que se relaciona con la familia biológica y el que lo hace con la familia de acogida sea el mismo como sucede en otras comunidades autónomas, para que vayan “más a la una”. También hemos echado de menos más escucha y acompañamiento tras el retorno por parte de la administración, somos las personas que más conocen a las criaturas y nuestra opinión no cuenta mucho.”

Le pregunto si tiene algún consejo para personas que se estén planteando la acogida como una opción: “No puedo aconsejar a nadie, cada caso puede ser tan diferente. Quizás algo bueno es que haya mucha claridad en que el proceso de acogida está pensado como algo transitorio para que l@s niñ@s vuelvan a su familia biológica, aunque a veces no sea así. Nosotr@s estamos content@s de haberlo hecho y hay momentos duros, es muy intenso y es importante aprender a estar con la incertidumbre, las cosas van cambiando a cada momento.”

Durante esta entrevista, me venía mucho el poema de Gibrán, aquí lo dejo como cierre:

Tus hijos no son tus hijos,
son hijos e hijas de la vida,
deseosa de sí misma.

No vienen de ti,
sino a través de ti,
y aunque estén contigo,
no te pertenecen.

Puedes darles tu amor,
pero no tus pensamientos,
pues ellos tienen sus propios pensamientos.

Puedes abrigar sus cuerpos,
pero no sus almas,
porque ellos
viven en la casa del mañana,
que no puedes visitar,
ni siquiera en sueños.

Puedes esforzarte en ser como ellos,
pero no procures hacerles semejantes a ti,
porque la vida no retrocede ni se detiene en el ayer.

Tú eres el arco del cual tus hijos,
como flechas vivas,
son lanzados.
Deja que la inclinación,
en tu mano de arquero,
sea para la felicidad.

Khalil Gibran, poeta, filósofo y artista libanés

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